El diagnóstico y tratamiento de los abscesos intracavitarios ha constituido siempre un gran problema, debido a la alta tasa de morbimortalidad de la enfermedad y de su terapéutica.
Contribuyen a ello factores que incluyen retraso en el diagnóstico, fracaso en la localización preoperatoria y dificultad en el abordaje quirúrgico.
El advenimiento de la ecografía y la tomografía computarizada han posibilitado el reconocimiento de colecciones intraabdominales y facilitado la aspiración con aguja fina de las mismas, con el propósito de diferenciar abscesos de seromas, hematomas o tumores necrosados. Una vez obtenido material y si la ruta de acceso es segura se puede utilizar esa vía para el drenaje definitivo de dicha colección. El drenaje percutáneo guiado por imágenes combina los principios de la cirugía del absceso con técnicas y equipamientos propios de la angiografía, del drenaje de la vía biliar y del renal.